A principios de febrero de 1939, en setenta y un camiones precipitadamente cargados por las fuerzas republicanas, salía de España por la frontera francesa lo más granado del patrimonio artístico español, después de un complicado éxodo que comienza tres años antes, en noviembre de 1936, fecha en la que miles de obras de arte son evacuadas de Madrid a Valencia, más tarde a Barcelona y de allí al norte de Cataluña, escapando de los bombardeos franquistas y siguiendo los pasos del Gobierno republicano.
Allí viajaban en apretada compañía los velázquez, los goyas y los grecos del Prado, las más importantes obras de la Real Academia de San Fernando, de El Escorial, del Palacio Real, del Palacio de Liria y de tantos otros museos, colecciones e iglesias. Se trata, sin duda
alguna, de una de las aventuras más sorprendentes que pueda imaginarse y, a la vez, de una historia que sigue siendo prácticamente desconocida, a pesar de que gracias a estos acontecimientos el Museo del Prado y los fondos de otros tantos museos y colecciones españoles
siguen existiendo.
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