Alejado de la ortodoxia emocional, pero respetuoso con las formas clásicas y actuales, Javier Lasheras elabora en Fundición una poesía que acompaña al hombre actual: por un lado el poeta ante el mundo y por otro ante la experiencia amorosa. Todo ello enmarcado entre dos columnas que vertebran la narración poética -el fuego de la destrucción y la luz de la salvacíón- y para cuya consecución el autor ha trabajado con diversos moldes y materiales en la fragua del tiempo y del lenguaje.
Una poesía visceral, directa y diáfana, en donde el binomio razón y emoción se presentan si atenuantes ni condicionamientos impuestos por el sentido común o el buen gusto. Casi todos los poemas están dotados de una gran intratextualidad y comparten elementos, símbolos e imagenes que se repiten y varían como si de una sonfonía de César Franck se tratara. Con ello consigue que los poemas hablen no sólo de forma individual, sino como conjunto, como un cúmulo de cristales rotos- cortantes y resplandecientes- que unidos formarán el espejo que nos permita vernos reflejados.
Fundición es, al tiempo y sobre todo, la historia de una redención y una fundación tras pasar por el paisaje de la memoria: Mujer, clara estrella en la noche oscura / esto es todo cuanto tenía que contarte, / el inquieto tictac del paso en el tiempo, / y ahora ya llévame adonde quieras / que contigo así esta vida me basta.