Nacido como Jacques Louis Napoléon Bertrand, “Aloysius Bertrand” (1807-1841) tuvo a su favor, como poeta, condiciones que deberían haberle convertido, ya en su época, en un referente: la calidad lírica
de su escritura, mentores como Sainte-Beuve, Hugo o Nerval, que alabaron su obra, y la conciencia estética de que sus textos representaban una innovación significativa en las letras contemporáneas. La vida y la obra de Bertrand sufrieron, sin embargo, algunas adversidades que contrarrestaron y casi anularon su proyección: por una parte, su obra no gozó de difusión suficiente; por otra, su temprana muerte y las dificultades que rodearon la publicación de su libro, que aparecería póstumamente en 1842.
Charles Baudelaire, en la dedicatoria a Arsenio Houssaye que figura al frente de los “Pequeños poemas en prosa”, iniciaría el debido reconocimiento: “He de hacerle una pequeña confesión. Al hojear por vigésima vez al menos el famoso “Gaspar de la Noche” de Aloysius Bertrand (un libro que conocemos usted, yo y algunos de nuestros amigos, ¿no tiene todo el derecho a ser calificado de “famoso”?) se me ocurrió la idea de intentar algo parecido”. Dos décadas después, J.-K. Huysmans escribiría: “‘Gaspard de la Nuit’ […] ha transmitido los procedimientos de Leonardo a la prosa y con sus óxidos metálicos ha pintado cuadritos cuyos vivos colores se tornasolan cual los de los esmaltes lúcidos”.
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