-¡Ana! -gritó mamá pasillo adelante-. ¡Déjate de tonterías! ¡Levántate de una vez!
Ana abrió los ojos y la boca de sopetón, y de su garganta, aparentemente delicada y suave, salió un grito capaz de paralizar a un regimiento de madres enérgicas y madrugadoras.
-¡No me quiero levantar! ¡No y no! ¡Quiero ir a la escuela en cama!
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