Este libro era originalmente el primer capítulo de lo que Ortega pensó como su gran obra filosófica. En las diversas ediciones que van de 1940 a la definitiva de 1947 añadió otros ensayos que terminaron construyendo un texto peculiar y único. La primera parte es un tratado epistemológico que va clarificando términos sobre el conocimiento. Y aquellos ensayos añadidos terminan siendo, de alguna manera, una aplicación de esa potencia crítica. Uno de ellos «Miseria y esplendor de la traducción» es una de las más lúcidas y creativas reflexiones sobre una labor que, en un mundo interconectado, resulta crucial y compleja.
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