“Informe al Greco” es un testamento espiritual escrito al final de la vida del autor, la historia de un itinerario interior y el último mensaje donde explica la génesis de algunas de sus obras. Desde su primera visita a Toledo, en su primer viaje a España en 1926, al contemplar “in situ” las pinturas del pintor cretense, se despierta en Casandsakis un sentimiento de identidad con su antepasado. El título funciona como metáfora de la rendición de cuentas que un soldado hace a su general, en este caso el pintor cretense afincado en España, “porque él está amasado con la misma tierra cretense que yo y puede comprenderme mejor que todos los luchadores que viven o han vivido”.
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