Al igual que en EE. UU. existe una alarma con el fentanilo, también en Europa observamos una gran proliferación de drogas entre los adolescentes, desde el cannabis hasta los psicofármacos, que está desatando una epidemia de adicciones. Nunca antes había habido tantos pacientes afectados por trastornos relacionados con el consumo de drogas como en los últimos años, y la edad en la que se desarrollan las primeras patologías se sitúa ahora en la preadolescencia.
Caer en el círculo vicioso de satisfacción-abstinencia-ansia es un juego peligroso y paradójico que nos empuja a desear aquello que nos hace daño. Sin embargo, existen antídotos, y uno de los más poderosos es la sensación de vida que se transmite al niño en sus primeros meses, pero que puede perderse o entrar en crisis durante la preadolescencia: drogas, alcohol, comida, internet, deporte obsesivo… El disfrute sin deseo es el sello distintivo de una sociedad drogada. Para que surja el deseo, el niño debe experimentar la frustración y los límites.
Laura Pigozzi muestra una nueva forma de comprender y desactivar las adicciones, entrelazando el psicoanálisis con los resultados de la neurociencia sobre el mal funcionamiento del sistema de recompensa. Es en las relaciones personales y sociales donde se encuentra la salida a la condición inhumana del sufrimiento mental, dado que una cura eficaz no puede ignorar el colectivo que protege, la red afectiva que sostiene y el humanismo de la palabra que dignifica.