Julio Medem dijo en un momento dado que sus películas hablan mucho de sí mismo, pero que “siempre tengo a mano el camuflaje de la ficción, que me permite irme más lejos que en mi realidad”. Ése es, seguramente, el tema por antonomasia de su cine y prácticamente lo que lo define, un mundo de imágenes y sonidos repleto de fantasía, fabulación, imaginación y ensoñación, que se hallan siempre “a mano”. Así pues, el cine de Julio Medem es pura creación, pero un tipo de creación que pone en cuestión muchos aspectos de la realidad que nos rodea. Sus largometrajes se inscriben dentro de un contexto concreto del cine español (desde principios de los 90 a nuestros días) extremadamente propicio para este tipo de propuestas, en muchos casos arriesgadas, cuyo camino se alejó casi definitivamente de la, en ocasiones, demasiado encorsetada opción que poblaba las imágenes del cine estatal de aquella época.
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