“Un hombrecillo, un verano / encontró una esponja a mano. / Cuando nadie lo miraba, / la estrujó a ver qué pasaba”. Estas son las primeras palabras que desatan el más loco viaje que se pueda imaginar. La curiosidad lleva a este hombrecillo a estrujar una extraña esponja que, inmediatamente, libera tal cantidad de agua que todo lo que alcanza la vista queda inundado.
El hombrecillo debe entonces sobrevivir en un mundo de agua utilizando cualquier objeto flotante que tenga a mano. Un tonel, una barca y una cama le servirán para navegar por ese mar interminable; una buhardilla y un volcán le permitirán pisar un poco de terreno firme.