El motivo de este pequeño e importante escrito de Hegel consiste en que, si bien Alemania era una nación, estaba dividida su rica variedad en múltiples estadículos por lo que no existía un auténtico Estado, ya que el vetusto Sacro Imperio de origen medieval sólo le daba una unidad formal. Pues los estadículos -una especie de autonomías soberanas- justificaban sus viejos privilegios o derechos particulares invocando la antigua «libertad alemana», para impedir que el Imperio tuviese un poder efectivo. Incluso, en detrimento de Alemania y los alemanes, las autonomías se aliaban entre sí o con los poderes extranjeros cuando dirimían sus diferencias en el suelo alemán, según sus conveniencias y simpatías particulares. Sin una unidad real, Alemania estaba fuera de la historia universal: carente de un auténtico Estado capaz de organizarla a la altura de los tiempos y de defenderla, no sólo no era un sujeto de la historia sino su objeto.
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