La obra de Aleksandr Pushkin (1799-1837), reconocido unánimemente como uno de los principales forjadores de la literatura moderna en Rusia, sirvió de crisol donde se fundieron la precisión de la lengua escrita con la fértil fantasía de la lengua hablada. Relato misterioso y fantástico provisto de elementos hoffmanianos, “La dama de picas”, una joya narrativa que justificaría por sí sola el volumen, ilustra a través de la peripecia del desdichado Guermann (alemán rusificado enérgico y calculador que acaba cayendo, no obstante, en la trampa del “alma rusa”) el drama eterno de la quimera que el propio deseo hace omnipresente. Por su parte, en “Dubrovski”, obra de talante romántico que progresa de la negación orgullosa y a veces suicida de la realidad al esfuerzo por comprenderla, Pushkin incide en uno de sus temas favoritos: el del noble que se halla desgarrado entre la rebelión de los siervos y la violencia de los poderosos.
Traducción de Ricardo San Vicente