En noviembre de 1700 moría en Madrid Carlos II, el último Austria español. El pésimo estado de salud del monarca movilizó a todos los estados europeos en torno al asunto de su sucesión. De esta manera, durante cuarenta años, la diplomacia del emperador Leopoldo I y de Luis XIV se afanó en Madrid para asegurar a sus respectivos candidatos la sucesión al trono español. Se trataba, entre otras cosas, de convencer a los españoles de que su alternativa era la mejor, la más conveniente, la más atractiva. El final es de todos conocido: Felipe de Anjou, nieto del rey de Francia, fue el afortunado, a costa de una larga guerra ruinosa para España.
Éste es el contexto en el que la autora enmarca su estudio de la elaboración de las imágenes de España en Francia. El libro muestra cómo la diplomacia de Luis XIV, durante cuarenta años, intentó persuadir a los españoles de que no se opusieran a un rey francés utilizando la imagen que en Francia se tenía de lo español. Durante este proceso, los diplomáticos reelaboraron dicha imagen, la reutilizaron y la difundieron, contribuyendo eficazmente a la construcción del imaginario español, de tan larga y fructífera tradición en la cultura francesa.
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