“La hija del aire” es una de las piezas del ciclo mitológico calderoniano, en las que la fábula se convierte en materia mítica, adquiriendo una nueva energía significante. Semíramis, como Segismundo, pertenece a esa “familia” de héroes calderonianos que, marcados desde antes de su nacimiento por un destino adverso, son encerrados e incomunicados para evitar que se cumpla. La obra remite al modelo dramatúrgico de tragedia calderoniana regida por el mitologema del “monstruo”, con la violencia como unidad constitutiva, tanto en el plano semántico como en el formal. Calderón teatraliza así, sutilmente, la dialéctica del poder: la irresistible ascensión desde la nada y el ejercicio y la lucha por mantenerse en él a cualquier precio.
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