Novelas como “Luna de lobos”, “La lluvia amarilla” o “Escenas de cine mudo” han llevado a Julio Llamazares a ser reconocido como uno de los narradores más relevantes de la literatura española contemporánea. Sus inicios, sin embargo, se dieron en el terreno de la poesía con “La lentitud de los bueyes” (1979) y “Memoria de la nieve” (1982), dos libros en los que laten las preocupaciones vertebrales de toda su obra. Su lírica persigue la recuperación de las raíces culturales de un universo rural y mítico a través de la descripción épica y romántica del paisaje, de sus costumbres, de sus leyendas y de sus pobladores. Con esta historia silenciada dialoga el hablante lírico al imprimir sobre ello su propia proyección sentimental y existencial para retratar un paraíso perdido, colmado de una tristeza telúrica y de un fatalismo insuperable que nos muestra el final de una cultura milenaria.
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