En “La lluvia amarilla” hay un “fluir de la memoria”, un intento del protagonista-narrador de justificar su actitud ante la vida por medio del recuerdo, en desigual contienda contra el olvido. La estructura de “La lluvia amarilla” viene dictada, pues, por el que es su motor principal, la memoria. La subjetividad de la mirada del personaje, su carga poética, no oculta, sin embargo, que el éxodo rural, la pérdida de identidad de las gentes del campo y el ninguneo clasista que sufrieron, la muerte de una forma de entender y vivir la vida, el abandono y la ruina de muchos pueblos españoles, no son ficción, sino historia.
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