Tres aventuras con algo de elegancia y distinción, bastantes pedos… ¡y una buena dosis de libertad!
Castilla no es una princesa como las demás. No le gustan los bailes ni los príncipes encantadores, los vestidos y las coronas de diamantes le dan igual, y odia tocar el arpa y bordar corazones. En cambio, se lo pasa en grande con Armando, el hijo del granjero, corriendo, cuidando a los cerditos, ensuciando su ropa y celebrando concursos de pedos.