Mark Twain revela en esta novela la ansiedad finisecular norteamericana ante la incertidumbre de lo que es realidad y ficción, de lo que constituye verdaderamente la identidad. El tema del doble, la duplicidad, el disfraz, son parte de las obsesiones fabuladoras de Mark Twain y se aúnan en este relato para subrayar la ambigüedad que encierra el mismo concepto de identidad: una ficción más de la ley y de la sociedad.
David Wilson -el personaje que da nombre a la obra, abogado y detective frustrado durante más de veintitrés años- vive obsesionado por una ciencia que a finales del siglo XIX era novedosa y que tenía por objetivo la creación de un archivo de huellas dactilares para identificar sin error posible a los individuos y situarlos dentro de las categorías raciales determinadas por la ley. La esclava Roxy, negra de apariencia blanca, aterrada ante la posibilidad de que su bebé -también blanco en apariencia- pueda ser vendido por el amo, cambia a su hijo por el vástago del amo con el fin de salvarlo de la muerte social que representaba el sistema esclavista.
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