En un Kabul miserable en el que ya no se oye a las golondrinas sino los graznidos de los cuervos y los aullidos de los lobos, diversos personajes se muestran incapaces de sobreponerse a un destino marcado por sus miserias, cobardías y desencantos, impuestos por la irracionalidad del integrismo islámico. La represión social y religiosa en el Afganistán gobernado por los talibanes tiene como principales manifestaciones la banalización del mal, la histeria de las masas, las humillaciones, las ejecuciones en forma de lapidación y la soledad cuando sobreviene la tragedia.
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