La emocionante conclusión de la aclamada trilogía de “Los truhanes”.
El Corrupio apoyó el puño sobre el reposabrazos del Trono Leal y bramó, dirigiéndose a los dormidos: “¡Yo… soy… el… marqués!”.
Tras escapar de las minas de sal, Ánade, Collejo, Sooli y Otte regresan a la Fortaleza para averiguar quién es el responsable de reanimar al sanguinario Corrupio. Pero con la hidalga von Eisen como regente, lo único que les aguarda allí es una mazmorra y el hacha del verdugo.
Los niños se esconden dentro de los muros de la Fortaleza, mientras buscan pistas a la desesperada. Y cuando llega, el Corrupio enfrenta a amigos y aliados entre sí.
El tiempo se agota. Sin más apoyo que el de una gata, un fantasma y una gallina que ha olvidado su verdadera identidad, tendrán que usar todo su ingenio y toda su magia para derrotarlo al Corrupio.