Junto con el celebérrimo “Discurso del método”, las “Meditaciones metafísicas” (1641) son la obra más importante de René Descartes (1596-1650). En un tiempo de escepticismo y certezas muertas originado al socaire del conflicto religioso de la Reforma y la Contrarreforma, el filósofo francés acometió la titánica tarea de recuperar las seguridades filosóficas perdidas, a saber, la posibilidad de demostrar racionalmente la existencia de Dios, del alma y del mundo. Para una tal empresa, decidió cortar los lazos con el mundo y emprender el proyecto objeto de esta obra, una auténtica exploración intelectual en búsqueda de la verdad. En este viaje íntimo del pensamiento, Descartes encontró las anheladas certezas, pero su forma de hacerlo trajo consigo unas inusitadas consecuencias que habrían de cambiar para siempre la filosofía y la ciencia y convertirlo en el padre indiscutido de la filosofía moderna.
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