A comienzos de 1715, Felipe V protagonizó un sorprendente cambio de rumbo en su política de reformas al relevar a quien hasta ese momento había sido uno de los adalides de los cambios más polémicos de la naciente monarquía borbónica, el otrora poderoso fiscal general del Consejo de Castilla, Melchor Macanaz. Firme defensor de los derechos dinásticos del monarca y enérgico apologista de las competencias y “regalías” de la corona, ni el rey ni el propio Macanaz pudieron evitar la tragedia. Sin embargo, lejos de caer en el olvido o resignarse a una vida eclipsada por lo que pudo ser, don Melchor continuó llevando a cabo una actividad política oficiosa poco atendida con la que intentó influir y mantenerse cerca de los ámbitos de poder e influencia de la monarquía hasta su muerte en 1760.
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