“A todo lo largo de mi niñez, y aun después de haber alcanzado un mediano uso de razón, estuve escuchando infinidad de historias estupendas…”
Así empieza Antonio Rodríguez Almodóvar sus “Memorias del miedo y el pan”, una sugestiva rememoración de anécdotas, situaciones, personajes y lugares que fueron configurando la personalidad del autor y alimentando su vocación literaria.
Una rememoración que es al mismo tiempo un repaso a la historia reciente de nuestro país, especialmente a las “épocas de sucesos terribles y de grandes sacudidas morales” en las que se desarrolló la infancia del autor.
El narrador infatigable que ha indagado en la rica herencia de los cuentos populares españoles, no podía dejar que se desvaneciera en el olvido ese otro caudal de los recuerdos y las leyendas familiares, donde nunca faltaban las aventuras picantes y jocosas, los relatos de “La Guerra” y la fascinación por el cine, con sus “bellezas estratosféricas”, como contrapunto a una realidad cotidiana demasiadas veces atenazada por el miedo y la necesidad. Hasta la ansiada llegada de la Democracia.
Fresco de una época y de una vida, y también ofrenda a la memoria de la tierra y de los paisajes, de los hombres y de las mujeres que fueron construyendo, en silencio, los tiempos nuevos.