En Semana Santa se vive. Y nada m谩s. La mirada es la forma m谩s pura de vivir. No hacen falta las palabras ni los sintagmas, los verbos ni las corcheas. Mirar es escuchar el acorde del silencio. Todo es forma y color. Todo es la transparencia del aire que se cuela por los ojos. Una y otra vez. Como si no pasara el tiempo. Como si fuera posible conservar en el cofre de la ilusi贸n la mirada del asombro, la mirada del ni帽o. Y quien crea que todo esto puede ser una repetici贸n que lleva al hast铆o, que se vaya a la playa. Entonces comprender谩 que la Semana Santa es como una mujer hermosa. O como el mar. Porque uno no se cansa nunca de mirarla.
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