-¿Podrías amarme? -susurró.
Su pregunta me dejó sin respiración y sentí que me ardían los pulmones durante el silencio posterior. Quería responder, susurrar que sí al espacio que nos separaba, pero tuve miedo.
Durante toda su vida, la aldea de Gesela, Anta, ha estado maldita. Y no ha sufrido una única maldición, sino una tras otra. Cuando esto sucede, uno de sus habitantes debe romperla, siempre con devastadoras consecuencias. Tras secarse el pozo, llega el turno de Gesela de salvar a la aldea matando al sapo que vive dentro. El problema es que… ¡El sapo no es un sapo! Es un príncipe elfo que, a su vez, también está maldito y, tras su muerte, sus hermanos claman venganza.
Como castigo, envían a Gesela a vivir con el séptimo hermano, al que llaman “la bestia”. Cuando ya creía que su destino iba a ser convertirse en la prisionera de un horrible monstruo, resulta que la bestia es un ser realmente guapo y, en vez de encerrarla en una celda, le ofrece un acuerdo: si averigua su auténtico nombre, se podrá ir.
Gesela acepta, pero no es tan simple como pudiera parecer, porque deberá pronunciar su nombre con amor para que él también pueda ser libre.
¿Serán capaces de amarse a tiempo?
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