Pushkin cultivó con maestría todas las variedades de los géneros literarios. Un lugar especial ocupa su producción dramática. Estudió la historia del teatro, analizó sus reglas y tradiciones y supo intuir la esencia de la veracidad escénica. Agudeza, imaginación, falta de prejuicios y libertad espiritual fueron sus condiciones para la creación artística.
«Boris Godunov» fue su creación dramática más perfecta y sobresaliente, con la que estableció por primera vez el modelo de una tragedia realista sobre un tema histórico. En sus «Pequeñas tragedias» planteó la colisión entre los caracteres y las pasiones: la avaricia frente a la honradez y la piedad («El caballero tacaño»); el elevado destino del arte frente a la personalidad del creador y su obra («Mozart y Salieri»); el irremediable castigo de cualquier crimen («El convidado de piedra»); el desafío como defensa ante la muerte («El festín en tiempos de la peste»). «La Ondina», obra inconclusa, releva sus conocimientos del folklore ruso. «Una escena de Fausto», es un pequeño poema dramático “sobre la vida infernal”.
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