Bajo el enunciado mágico de Obras Escabrosas, Cansinos selecciona cuatro trabajos maquiavélicos (de autoría contrastada o durante años atribuida) relativamente olvidados, que por su divertido ingenio evidencian la habilidad innata del segretario de la Signoria para seducir al lector de su tiempo y del nuestro. Y es que todavía hoy la fabuladora narrativa de Maquiavelo atrapa y es capaz de despertar la alegría frívola de quien se entregue a su lectura o presencie su representación teatral, sin renunciar al hondo sentido político de su argumentario. En estos trabajos es posible degustar la entremezcla de literatura, historia y política que se descuelga en toda la obra maquiavélica, así como traslucir el peso que -en el análisis del florentino- la imaginación (fantasía) ocupa en el pensar y el hacer de los hombres. Una fantasía o ghiribizzi que en última instancia se debe a que “gli uomini in universali iudacano più allí occhi che alle mani”, y que en el cuento de Borges, El Aleph, se convierte en expresión viva del hiperrealismo que reclamará el postmoderno Baudrillar en su importantísimo Cultura y simulacro.
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