Entre páginas corregidas a medianoche y tertulias interminables, Monterroso nos ofrece una colección de momentos donde la literatura respira, donde los grandes maestros se quitan la máscara de la posteridad: Cortázar debatiendo sobre jazz mientras corrige Rayuela, Rulfo cultivando silencios o José Durand persiguiendo sirenas. Con una prosa que equilibra la agudeza crítica con el afecto del testigo cercano, estas páginas nos revelan tanto la grandeza como las excentricidades entrañables de quienes construyeron el canon de nuestra literatura.
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