Si el “Cantar del Mio Cid” fue ideado para mostrar al perfecto vasallo al que le falta un buen señor, el “Poema de Fernán González” vino a reflejar el otro aspecto. Fernán González es el señor al que siguen todos sus vasallos, situados en un nivel netamente más bajo. Todo, sociedad y gobernante, se nos presenta como ese modelo utópico al que hay que aspirar.
Tomando como punto de referencia las ediciones de Menéndez Pidal y Zamora Vicente, la presente aporta dos innovaciones: la restitución del isosilabismo, destrozado por la descuidada labor de los copistas y la reconstrucción de las estrofas perdidas a partir de la prosa de la Primera Crónica General.
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