Tras las paredes de un elegante rascacielos de cuarenta pisos a las afueras de Londres (el primero habitado de cinco edificios iguales) sus dos mil inquilinos se entregan a una orgía de destrucción. Las fiestas degeneran en ataques a los pisos “enemigos” y la tecnología va dejando de funcionar hasta que en todas partes impera la ley de la selva. Ballard muestra en esta distopía radical el descenso a la barbarie de una comunidad cerrada de profesionales acomodados.
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