A la educación de los príncipes se destinó una parte muy relevante de los tratados sobre política publicados en los reinos hispánicos durante la época de los Austrias. En ellos se volcaron las principales aportaciones de la teoría política española de los siglos XVI y XVII, sin tener que aguardar a las formulaciones maquiavélicas, bodinianas o boterianas. Dieron forma la cultura política hispánica de la Modernidad conjuntando teoría y pragmática del poder, providencialismo, virtud política y realismo. Conformaron mediante potentes tópicos retóricos, junto con las obras historiográficas, las artes visuales y el teatro, un relato dinástico y un discurso sobre el ejercicio moralizado del gobierno que sirvió para las fases expansivas bajo la rúbrica de conservación y aumento de la monarquía, y para la declinación en forma de restauración de España. Encontraron en la razón de Estado un mecanismo mejor que el subterfugio de la disimulación para explicar las prerrogativas exorbitantes que requería el gobierno de reinos con una extensión geográfica descomunal y una complejidad institucional notable en una monarquía compuesta con un sistema polisinodial. Y lo hicieron, en muchas ocasiones de la pluma de extraordinarios pensadores, para ofrecer soluciones netamente propias a problemas de un mundo inestable en incesante competencia por la hegemonía continental.
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