La obra de Edgar Allan Poe destaca por una serie de aciertos brillantes, que en ocasiones son fruto de su condición de visionario descontrolado y en otras de su faceta como periodista y observador de la época. Podemos percibir en ella elementos tan consustanciales al género de la ciencia ficción como el vértigo cósmico, la necesidad de verosimilitud o la intencionalidad política. El escritor tenía una actitud heterodoxa ante la ciencia, a la que admiraba pero creía sobrevalorada. En su opinión, la preeminencia que estaba cobrando la ciencia en su época la convertía en una especie de superstición para élites. En un tiempo en el que las fronteras de la ciencia comenzaban a expandirse de forma exponencial casi cada año, Poe albergaba la sospecha de que dichas fronteras alcanzarían pronto territorios más propios del misticismo.
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