El turismo, uno de los fen贸menos m谩s caracter铆sticos en la construcci贸n de la contemporaneidad se ha convertido en un fen贸meno esencial para nuestro tiempo. Sin embargo, lo m谩s interesante del turismo ha sido la manera en la que esa nueva puesta en escena masiva de los 煤ltimos a帽os, propiciada por la democratizaci贸n del viaje, ha cambiado el modo mismo de representar la cultura.
Paisajes contaminados, museos llenos, monumentos iluminados, productos y hasta personajes “t铆picos”…, todo se organiza para no defraudar las expectativas del que llega. Pero el turismo, desde sus inicios un territorio visual por excelencia, es sobre todo cierta estrategia para modificar nuestra noci贸n del mundo: llegamos hasta un sitio con el deseo de ver con nuestros propios ojos lo que anunciaba el folleto, el programa televisivo, el peri贸dico… Y es aqu铆 donde aparecen las primeras contradicciones entre ver y mirar, ya que viajar no es garant铆a de nada. Nunca hemos viajado tanto y, pese a todo, seguimos siendo incapaces de entender al otro hasta las extremas consecuencias, de aceptarlo.
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