La política latinoamericana ha consolidado alguna de las tendencias que ya estaban presentes hace una década. Ha continuado el asentamiento de la institucionalidad poliárquica procesando el conflicto político mediante elecciones o arreglos institucionales que han sido capaces de encauzar las muy severas crisis enfrentadas. Los comicios han seguido siendo la guía de la vida política, pese a cierta desconfianza social en su desarrollo, y son el instrumento a través del cual se ha articulado la acción política.
Mientras tanto, el universo partidista ha continuado sufriendo profundas mutaciones en lo atinente a sus ataduras ideológicas, en la volatilidad de las ofertas electorales y en su drástica desinstitucionalización en la mitad de los países que se consideran en este volumen. Poco a poco se han ido conformando dos modelos de hacer política que, en gran medida, se alinean con el tradicional continuo izquierda-derecha y que, a su vez, retoman viejos temas de la política de la región como el nacionalismo, el papel del Estado, la personalización de la política, las relaciones con Estados Unidos, la integración regional, el multiculturalismo de carácter fundamentalmente étnico y la inclusión social.
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