Los dos principales focos de producción e irradiación del espectáculo teatral en la Edad Media son la Iglesia y la corte. La actividad teatral ocurre en su mayor parte en torno a las sedes catedralicias, los templos parroquiales, los conventos y monasterios, o en torno a la corte regia, los palacios señoriales y el ámbito ciudadano con motivo de fiestas populares, recibimientos o entradas triunfales. La historia del teatro medieval castellano es en buena parte la historia de textos perdidos. La pieza dramática era entendida como representación y no como literatura. Es un teatro que no tiene una realización textual propia y que no era habitual recoger por escrito. Las crónicas y documentos eclesiásticos dan noticia de ceremonias y espectáculos y sienten la necesidad de transcribir los textos. Los que nos han llegado lo han hecho a través de cancioneros poéticos o de copias ocasionales y descuidadas. Se trata de un teatro sin apenas acción ni trama argumental, un teatro estático con largos parlamentos didácticos o piadosos, más próximos al acto ritual en el que toma parte y con el que se identifica toda la colectividad.
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