Incluso en momentos de crisis, lejos de abandonar la apuesta por la innovación, es cuando más sentido tiene. La innovación es clave para la competitividad al servicio del progreso económico y social, no es suficiente con hacer las cosas bien, ni siquiera muy bien. Además, hay que hacer cosas diferentes.
Una de las dificultades para poner en valor la innovación, dándole el papel protagonista de un potencial estratégico, es que no existe un lenguaje común sobre lo que se entiende por innovación.
Esta obra, Teoría (imperfecta) de la innovación, responde a esa necesidad de crear un lenguaje común. El término persigue el afán de construir hipótesis, incluso leyes, que sirvan para relacionar, de una manera ordenada, aquellos aspectos o fenómenos que tienen que ver con la innovación. Esta teoría de la innovación, que aspira a la perfección, asume la imperfección como parte sustantiva de la propia teoría. No hay nada más contradictorio en el concepto de innovar que la perfección. Lo perfecto es inmejorable, no permite el progreso, es sospechoso. Así que bienvenidos al mundo de la imperfección, pues es donde la innovación crece y se desarrolla.
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