¿Qué es la música? ¿Un arte o una ciencia? ¿Cuáles son sus elementos? ¿La señal física o el signo de un lenguaje? ¿Hay músicas singulares o una música plural? Pierre Schaeffer responde a esas preguntas “que la música es una arquitectura que habla” y propone entrever su dualismo fundamental, esto es, sus raíces a la vez naturales y culturales, las leyes de sus materiales y los sistemas de referencias. En definitiva, no se trata de deducir los unos de los otros, sino de poner en correlación dos tipos de fenómenos que surgen de dos tipos de conocimiento: el de la naturaleza y el del hombre. El “Tratado de los objetos musicales” gira en torno al objeto musical y lo presenta bajo sus diversos aspectos. El enfoque es sucesivamente histórico, lingüístico, físico, filosófico, metodológico, “aculógico” y musical, llegándose a una doble conclusión. Por una parte, del concurso de las disciplinas surge un método propio de la música, destinado a renovar el solfeo tradicional y a fundar las músicas en su generalidad; por otro, un itinerario tal lleva a su vez a los pasajes herméticos entre ciencia y arte, esas dos mitades de la experiencia humana.
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