Avicena es el autor de una gigantesca enciclopedia filosófica titulada al-Sifa, de muchas otras obras filosóficas, auténticos manuales (al-Nayat, al-Hudud, Danis, Isarat, etc.) y de numerosos estudios sobre temas concretos: también lo fue de escritos <
Al lado de la sistematización peripatética de sus grandes enciclopedias y de los manuales avicenianos, en los escritos aquí recogidos aparece la otra cara del gran pensador iraní: la búsqueda de un sentido del destino del hombre, cuál es la condición fundamental del ser humano, de dónde venimos y adónde vamos, qué hay más allá del discurso estrictamente racional. Como luego dirá Unamuno, lo importante es no morirse del todo, sin lo cual el destino humano carecería de sentido. Como la explicación no es sencilla ni asequible a todos y puede resultar conflictiva, Avicena ha elegido el estilo esotérico y ha buscado relatos simbólicos y visionarios, como los que relatan el anciano sabio Hayy b.Yaqzan o el Tayr, el pájaro del espíritu. Avicena deja a la perspicacia del lector el último y personal sentido de lo que ha narrado en forma esotérica.
<<¡Oh amigo! En estas direcciones y en honor tuyo he batido la crema de la verdad y te he hecho gustar el manjar de los huéspedes venerados que contiene la sabiduría condimentada con palabras elegantes. Presérvalas de los profanadores, de los ignorantes, de quienes carecen de inteligencia llameante y flaquean en la práctica y en la costumbre, de los que piensan cual la masa o se cuentan entre los impíos, de los sedicentes filosofantes y sus bobalicones secuaces.>>