Mary Wollstonecraft, como mujer y como intelectual, encarnó en su vida y en su obra, de la manera más extraordinaria, las grandes corrientes de pensamiento y de tensión (públicas y privadas) de su época y de su país. Puritanismo y radicalismo, racionalismo ilustrado y subjetividad romántica (razón y pasión, en suma) se combatieron, y se animaron entre sí, en la escasa obra y en la decididamente corta vida de una mujer que, “en el nombre de la razón, o incluso del sentido común”, se dedicó a contradecir sistemáticamente todas y cada una de las opiniones y de las costumbres de su época, incluidas las suyas propias. En las sociedades occidentales, la situación de las mujeres ha cambiado drásticamente desde el siglo XVIII. Se puede decir que todas las grandes peticiones de Mary Wollstonecraft se han ido conquistando una por una.
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