“Fermina Márquez” es una “novela de adolescencia” que halla en el internado un espacio de conflicto. Un abigarrado conjunto de alumnos: colombianos, haitianos, mexicanos, españoles o franceses, en aras de la (buena) educación, la educación cosmopolita de la burguesía, se dan cita en un internado del “banlieu” parisino. Esa educación, orientada al “saber para poder” se concentra en la personalidad de Joanny Léniot, un hijo de clase media en un medio alto-burgués, que tiene que defenderse contra la preponderancia que supone e impone el gran capital representado en los hijos de los grandes millonarios americanos. Joanny Léniot aparece en el relato de Larbaud como un Fausto en estadio juvenil. Lo mismo que el supuesto alquimista renacentista, también él ha probado todas las experiencias cognitivas de la vida, a pesar de lo cual vive una gran insatisfacción existencial. Movido por el afán del saber en cuanto principio de autoafirmación, Léniot se manifiesta dispuesto al amor que aguarda en su vida. A la descripción del proceso de maduración personal se le añade un rasgo peculiar: el de la autobiografía. La verosimilitud y fidelidad de los procesos psicológicos de la adolescencia que se describen hacen suponer que la obra es una historia cifrada de la formación del joven Larbaud, que analiza el alumbramiento de su propia personalidad.
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