Ramón del Valle-Inclán (1866-1936) es uno de los escritores más excéntricos y singulares de nuestro panorama literario. Hijo de una familia hidalga venida a menos, pasó su infancia en Galicia, donde comenzó su inclinación por las letras. Pasará su vida alternando su querida Pontevedra con Madrid y México, a donde viajó en varias ocasiones. Es aquí donde comienzan sus aventuras, al participar de las revueltas políticas y mantener un duelo con el director de un periódico, mientras que en la capital española perdió un brazo por una pelea de bar y años después fue encarcelado por criticar la dictadura de Primo de Rivera. Entre tanto, fue publicando y forjando su imagen bohemia, que siempre mantuvo y que le hizo conocido en todas las tertulias culturales de Madrid. Tuvo mucho contacto con el mundo teatral de la época, llegando a casarse con una actriz y a participar activamente en producciones de los grandes directores del momento. Como literato, Valle-Inclán destaca especialmente por introducir el modernismo en la prosa española y por crear un género que le haría inmortal, el “esperpento”. En él, Valle-Inclán presenta personajes grotescos y animalizados, similares a títeres o máscaras, con argumentos violentos y desagradables. Sus obras más importantes son las piezas teatrales “Divinas palabras” (1919) y “Luces de bohemia” (1920), así como la serie de novelas “El ruedo ibérico” (1927-1932).
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