¿Qué pasaría si en una calurosa tarde de toros termina navegando un barco en medio de la plaza? ¿Y si unos espaguetis se enderezan al son de la flauta? Cosas así ocurren en estos cuentos… y es que ser un buen observador es fundamental: de ese modo se sabe, por ejemplo, cómo se las arreglan dos pingüinos para ponerse nombre, si los coches tienen rabo, o por qué resulta sospechoso el señor del maletín.
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